Ver lo que viene


Como le fue revelado a
Marshall Vian Summers
el 22 de mayo de 2011
en Boulder, Colorado, Estados Unidos

Texto original: Seeing What is Coming

Escucha el audio original aquí (en inglés):

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Lo que estás leyendo en este texto es la transcripción de la voz original de la Asamblea Angélica hablando a través del Mensajero Marshall Vian Summers.

Aquí, la comunicación original de Dios, que existe más allá de las palabras, es traducida al lenguaje y el entendimiento humanos por la Asamblea Angélica que supervisa el mundo. La Asamblea después entrega el Mensaje de Dios a través del Mensajero, tras lo cual es transcrito y puesto a tu disposición y a disposición de todos.

En este extraordinario proceso, la Voz de la Revelación está hablando de nuevo. La Palabra y el Sonido están en el mundo. Que puedas ser el receptor de este regalo de Revelación y puedas estar abierto a recibir su Mensaje único para ti y para tu vida.




Nota a los lectores:
Esta traducción fue provista a la
Society por estudiantes del Nuevo Mensaje que se han ofrecido voluntariamente a traducir el texto original en inglés. La publicamos en esta forma inicial para que todo el mundo tenga una oportunidad de interactuar con una porción del Nuevo Mensaje en un su propio idioma.

Las personas quieren saber lo que le espera a la humanidad. Quieren ser tranquilizadas. Quieren saber que sus inversiones en el mundo están a salvo. Quieren que se confirmen sus expectativas. No buscan saber la verdad, sino que sus temores se disipen, que se calme la creciente ansiedad que puedan estar sintiendo sobre el futuro de la humanidad.

Ellas se centran en los problemas del momento, porque estos, tal vez, parecen comprensibles y solucionables, mientras que los problemas mayores son confusos. Ellas se sienten débiles e impotentes frente a estos problemas. Se los dejan a los expertos, quienes quiera que estos sean. O piensan que la providencia asegurará su futuro, porque son verdaderas creyentes.

Muy pocas personas quieren ir mucho más allá de sus circunstancias inmediatas, mucho más allá de los acontecimientos de hoy, mañana, la semana venidera y los próximos meses. Ellas tienen sus planes, sí, pero no quieren ver, aunque Dios les ha dado ojos para ver y oídos para escuchar, como Dios les ha dado a los pájaros ojos para ver y oídos para escuchar. Los pájaros observan y escuchan, y los animales del campo observan y escuchan. Pero las criaturas inteligentes, las criaturas conscientes, bueno, ellas son ambivalentes, o evitan esto completamente.

Dios está enviando las señales. El mundo está demostrando su condición y su dirección. Pero ¿quién puede verlo? ¿Quién puede responder? ¿Quién tiene el coraje y la confianza en sí mismo para enfrentar la incertidumbre a una mayor escala, sin respuestas, sin garantías, sin confirmación de sus preferencias, sin una idea clara y segura de que su inversión en el pasado será efectiva en el futuro?

Las personas quieren muchas cosas, pero eso es, en su mayor parte, para asegurar su inversión anterior u obtener más de lo que desean. ¿Quién quiere ver y saber y enfrentar la incertidumbre de la muerte? Mejor, piensan, confiar en las garantías que ellas se dan a sí mismas y en las que les proporcionan los líderes de la nación. Ese es un paraíso de tontos. Constituye una falsa esperanza. Y la calamidad que cae sobre las personas parece repentina e inesperada.

Sí, hubo indicios de que había un problema. Sí, existieron señales sobre las que reflexionarán en retrospectiva. Pero ellas no lo vieron venir. No vieron el gran cambio en su salud, el gran cambio en su economía, el gran cambio en sus condiciones laborales o en su lugar de trabajo, el gran cambio en su relación, el gran cambio en su comunidad. Ellas no lo vieron venir.

Así que no solo sufren las consecuencias, sino también la conmoción de las consecuencias. Y ellas están enojadas, y están frustradas, y se quejan del gobierno, o de los líderes, o de los ricos, o de quien parezca ser responsable de su difícil situación y dilema, cuando, en realidad, fue un fracaso a la hora de ver y a la hora de responder.

Las aves del aire y las bestias del campo no tienen garantías, por lo que siempre están prestando atención a su entorno. No tienen una mente que les diga que todo irá bien y que realmente no necesitan ser tan observadoras y vigilantes. No tienen una mente que les diga que algún otro se hará cargo de este problema en su nombre. No tienen una mente que las atormente con el miedo: el miedo a la pérdida futura, el miedo a no tener, el miedo al rechazo, el miedo a las lesiones, el miedo a la muerte.

Ellas no tienen la carga de saber de antemano. No tienen conciencia del futuro ni del pasado. No están viviendo arrepentidas, intentando compensar el pasado. Sus vidas son simples y básicas, pero están demostrando algo que las criaturas más inteligentes deben ejercer y recuperar.

Porque la mayoría de las personas en el mundo han perdido la visión, la conciencia y la vigilancia necesarias para tener éxito en la vida y poder ganar una mayor confianza en sí mismas, así como la seguridad que conlleva darse cuenta de que han venido desde más allá del mundo y que su viaje aquí es temporal, solo una preparación para el siguiente paso más allá.

Tu seguridad no está en la ignorancia. No está en el simplismo. No está en la falta de inteligencia. Está en una mayor fuerza y ​​un mayor poder que el Creador te ha dado: una Mente más profunda, una Mente permanente, una Mente sin miedo, la Mente del Conocimiento.

Tu conciencia del futuro y del pasado te hace vulnerable a un tremendo miedo y ansiedad, así como a la carga del arrepentimiento, la aflicción, la pena y el remordimiento. Es como si tu mente fuera a la vez una tirana y una terrible carga. Pero bajo la superficie de esta mente social, de esta mente mundana, está la Mente más profunda del Conocimiento.

Si vas a ser consciente e inteligente, si vas a ser capaz de planificar para el futuro, de crear cosas maravillosas, y de alterar tu vida y el paisaje del mundo de manera beneficiosa, debes tener este mayor poder para guiarte. De lo contrario, estarás demasiado asustado para ver, demasiado asustado para saber, pensando que esto solo aumentará tu carga de miedo y ansiedad, temiendo que esto solo hará crecer tu aprehensión y tu sensación de impotencia y desesperanza, que acecha bajo la superficie de todas tus ideas reafirmantes y tranquilizadoras.

Incluso aquellos que son optimistas siguen siendo impulsados ​​por el miedo. Su optimismo se convierte en un remplazo del ver, el escuchar y el saber, de estar al tanto de la condición y el entorno propios y de lo que se avecina en el horizonte. Para sentirse mejor en el momento, eligen estar ciegos y seguros de sí mismos, y solo escuchan aquello que confirma su seguridad.

Temporalmente, ellos parecen encontrar un alivio y no ser tan miserables como quienes tienen una mayor conciencia, o eso pareciera. Pero su apuro es el mismo, y se complica por el hecho de que, realmente, piensan que su actitud cambiará las circunstancias de su vida.

La mayor confianza debe venir de un lugar más profundo. Esto produce una confianza, una fortaleza y una determinación que son muy superiores a la creencia, el autocontrol o el insistir en que el mundo sea como tú quieres o esperas que sea: viviendo en la negación, viviendo en el engaño, viviendo en el temor.

La inteligencia y la conciencia son una gran carga hasta que puedes obtener el poder del Conocimiento, y permites que te dirija y te dé ojos para ver y oídos para escuchar, sin la carga constante del miedo y la ansiedad.

La civilización humana está al límite. Se enfrenta a un mundo en decadencia: un mundo de recursos cada vez más escasos y una población en crecimiento; un mundo de inestabilidad política y económica cada vez mayor; un mundo en el que los recursos básicos de la vida se pondrán en peligro y serán más difíciles de adquirir. Pero ¿quién está prestando atención a esto?

El ciudadano promedio quiere estar confiado porque no es fuerte en el Conocimiento. Quiere involucrarse en sus pasatiempos, placeres y aficiones y no pensar en las circunstancias cambiantes del mundo que determinarán su futuro y sus decisiones, porque no es fuerte en el Conocimiento.

Incluso los líderes del comercio, el gobierno y la religión están sufriendo la misma incapacidad. Piensan que los problemas del día se resolverán mediante algún tipo de acontecimiento mágico, por las fuerzas del mercado o por una ideología política, como si agitar una varita fuera a alterar el rumbo y la dirección de su nación y sus comunidades.

Y si ellos son realmente conscientes, si el Conocimiento es fuerte [en ellos], ¿con quién pueden comunicarse? Las personas a las que sirven, la nación a la que sirven, no quieren escuchar estas cosas. Ellas tienen demasiado miedo. Son demasiado débiles. No están preparadas. Solo quieren creer y estar tranquilas. Quieren que algún otro se encargue del problema en su nombre.

Por eso, incluso los líderes que son fuertes en el Conocimiento y que pueden ver y responder a las circunstancias cambiantes del mundo, están muy obstaculizados y aislados. Todo lo que ahora comunican tiene que estar condicionado y limitado a la capacidad de quienes responderán.

¿Cómo puedes culpar a los líderes cuando la población quiere ser ciega y tonta? Y quienes no están luchando por sobrevivir y aferrarse a lo que tienen, se pierden en sus pasatiempos, sus intereses, sus romances, en la obsesión por su salud, en el equipamiento de su vivienda o en lo que sea. No ven la próxima Gran Ola de cambio que se avecina, el próximo tsunami económico. No, ellos están viviendo en la playa, escuchando la radio, disfrutando del calor del sol.

Tú que tienes la oportunidad de escuchar, prepararte y responder con la Nueva Revelación de Dios, tienes una oportunidad de ganar la visión, la conciencia, la fuerza, el poder del Conocimiento. Pero debes apartarte de la sociedad como cultura, porque esta no está respondiendo; no se está preparando, no está ganando visión; está perdida. Es una gran tragedia el mal uso de tanta inteligencia, habilidad y talento, desperdiciado y perdido porque las personas no tienen la fuerza ni ​​el coraje para responder.

Las personas piensan que un nuevo partido político o una ideología diferente harán que las cosas sean diferentes, pero esas cosas no están resolviendo el problema al nivel en el que existe. Esto solo retrasará el momento en que la humanidad pueda prepararse. Ves esto por todo a tu alrededor.

Las personas pensarán, y hasta podrían decir, que no quieren ser conscientes de estas cosas: «Quiero ser feliz. No quiero que me molesten con eso. Todo saldrá bien».

Así que el hombre y la mujer del Conocimiento se mueven hacia un terreno más alto ante la evidencia de calamidad. No permanecen de pie en la playa, recogiendo conchas mientras el océano se retira y se prepara para la gran ola que devastará todo lo que está a la vista.

Los animales se mueven a un terreno más alto. Las aves se retiran. Y las personas están dormidas, sentadas en sus terrazas, mirando el océano retroceder mientras se preguntan qué significa eso.

¿Qué puede hacer Dios por las personas que no verán, que no responderán, que no prestarán atención a su entorno? Ruegan a Dios pidiendo paz, ecuanimidad, ventajas, evitar dificultades, sanación, oportunidad económica… Pero ¿qué puede hacer Dios por las personas que no verán y no responderán?

Lo que Dios quiere ofrecerles, ellas no lo quieren. Lo que Dios quiere mostrarles, ellas no lo quieren recibir. Aunque las señales del mundo las están alertando, ellas no quieren prestar atención a esas cosas.

Así que la tragedia se pone en movimiento, como ves. ¿Qué puedes hacer, sino prepararte y preparar a otros que estén dispuestos a responder y traerles la Nueva Revelación, que contiene la advertencia, la bendición y la preparación en sí misma?

No puedes cambiar sus mentes. Y si ellos no pueden responder a la Revelación, ¿qué puedes hacer tú por ellos, excepto dedicarte sin cesar a tratar de señalar las cosas cuando, de hecho, ellos están optando por no ver?

Si Dios no puede alcanzarlos, ¿cómo los alcanzarás tú? Si la Revelación no puede prepararlos para asegurar y proteger sus vidas, ¿qué puedes hacer tú?

Y luego hay muchas personas que tienen hambre, que no tienen hogar, que no tienen nada, que están desesperadas y desamparadas. Tú debes siempre servirlas. Ellas no están en posición de responder al mundo. Están luchando por sobrevivir, y esta es la situación de muchas personas en el mundo.

Cuando hablamos de las personas que no responden o no quieren responder, hablamos de las que tienen la capacidad de hacerlo, de las que tienen los recursos para prepararse. Ellas son las que están fallando a la llamada del mundo. No son los pobres ni los indigentes los que fallan; su objetivo es atender los requisitos del día, los requisitos básicos, y tratar de sobrevivir bajo la opresión política o religiosa.

No, Nosotros hablamos de aquellos que son libres o que tienen mayores libertades, más riqueza y más recursos. Son estas personas las que están fallando a la humanidad y están fallándose a sí mismas.

Ruegas a Dios por la liberación, pero Dios te ha dado los ojos para ver, los oídos para escuchar y el Conocimiento más profundo para guiarte. Sin embargo, si no los usas, ¿qué puede hacer Dios por ti?

Dios no está manejando el clima. No está manejando la economía. No está manejando tu salud. No está manejando tus relaciones. Pensar que Dios está manejando estas cosas es pensar que es un chico de los recados para tus anhelos personales y tus deseos errantes. Eso es patético. Es ignorante y arrogante.

Si la civilización humana fracasa, será porque los que pudieron responder no lo hicieron. Y esto es una tragedia para los pocos que están respondiendo, porque ellos miran a su alrededor y dicen: «¿Quién está conmigo en esto?». Y descubren que pocos de sus amigos y familiares realmente quieren ser conscientes de las Grandes Olas de cambio que están llegando al mundo, o de la posición de la humanidad en el universo, enfrentando una Intervención de razas del espacio. ¿Quién quiere saber de esto?

Los gobiernos del mundo, y los líderes religiosos en particular, deben fortalecer a su gente y prepararla para un gran cambio, en lugar de solo decirles que Dios se hará cargo de todo si ellos creen. Dios ya te ha proporcionado todo lo que necesitas, pero si no lo usas, ¿cómo puedes pedir más?

Dios te ha dado el poder, el regalo, la habilidad, la inteligencia. Dios te ha dado una mente sin miedo para guiarte, y ha proporcionado en la Nueva Revelación los Pasos al Conocimiento para que puedas descubrir esto y experimentarlo por ti mismo.

No te quejes. Toma todas las quejas y transfórmalas en preparación. Debes construir tu arca y alentar a otros que puedan responder. Para todos aquellos que no puedan responder, rezas por su bienestar. No puedes asegurar su futuro.

En la naturaleza, es la supervivencia del más apto. En la Comunidad Mayor, es la supervivencia del más sabio.

Las personas quieren muchas cosas. Muchas rezan por esas cosas. Pero la oración realmente debe ser para recibir la fuerza para ver, el poder para saber, el coraje para enfrentar tus circunstancias de manera objetiva y la fuerza para cambiar lo que debes cambiar y asegurar lo que debes asegurar. Esta es la oración que te involucra con el regalo de la providencia.

Dios no puede ni quiere gobernar tu vida individualmente. El Señor de todos los universos está presente, pero no está manipulando tus circunstancias.

Debes aceptar que muchas personas fracasarán en el futuro frente a las Grandes Olas de cambio. Es una gran tragedia y es innecesaria. No tenía que ser así. Pero lo que Dios quiere y lo que las personas eligen no es lo mismo. Lo que Dios enfatiza y lo que las personas priorizan para sí mismas no es lo mismo. Ese es el dilema. Es una tragedia que sucede por todo el universo, no algo limitado a la familia humana.

Es por eso que la enseñanza sobre el Conocimiento es tan fundamental en la Revelación. Esta enseñanza siempre estuvo en las religiones del mundo, pero nunca se ha enfatizado lo suficiente. Si esto es lo que Dios realmente te ha dado para navegar el mundo difícil e impredecible, entonces es el recurso más importante que tienes. Es la mayor fortaleza que tienes. Es lo que te dará certeza, integridad, honestidad y fortaleza.

Descuida esto y confiarás en las suposiciones de otros, en la apariencia de las cosas, en la naturaleza caprichosa de la conciencia y la determinación humanas: todo aquello que puede cambiar en un instante, todo aquello que no te prepara para el futuro ni te permite fortalecer tu vida, tus relaciones y tus esfuerzos.

Las personas quieren muchas cosas, pero no es Conocimiento lo que quieren. No es conciencia lo que quieren. Y si tuvieran conciencia, ellas solo quieren una conciencia placentera. Quieren ser felices, estar extasiadas, sumergirse en una euforia espiritual o creer que Dios las cuidará porque son personas muy devotas.

Pero la incapacidad de ver, de saber y de prepararse es el problema esencial. Y la religión, en su forma más pura, en su verdadera intención, está aquí para resolver este problema.

¿Cuántas personas han perecido a lo largo de la historia humana porque no estaban prestando atención, porque no sabían lo que se les acercaba, porque no eran suficientemente fuertes para enfrentar las realidades de la vida? Sus números son incontables.

Mira a las personas que te rodean y pregúntate: «¿Está esta persona preparada para las Grandes Olas de cambio?» y «¿Cómo respondería o sería esta persona frente a una incertidumbre y agitación tan grande y creciente?».

La inteligencia en el universo es la voluntad y el deseo de adaptarse y responder. No es simplemente ingenio, crear artilugios, ser agudo o ser creativo en las artes. ¿Por qué las aves sobreviven al tsunami y no la gente en la playa? ¿Por qué los elefantes se dirigen a terrenos más altos mientras las personas siguen sentadas en la terraza del hotel? ¿Qué es la inteligencia? ¿Quién es inteligente? ¿Quién puede responder? ¿Quién es capaz de responder? ¿Quién es competente?

Estas cosas que decimos salvarán tu vida y la vida de aquellos a quienes amas. Son un regalo de tremendo amor y compasión, pero deben darse con fuerza, porque las personas están dormidas, son débiles y son autoindulgentes. No están en sintonía con el mundo que les rodea. No están en sintonía con su propio Conocimiento, su naturaleza más profunda. No están en sintonía con lo que Dios está revelando y lo que la humanidad debe ver, saber y hacer.

¿Qué harás cuando los alimentos no puedan entregarse en tu mercado, o cuando el petróleo no esté disponible por períodos de tiempo, o cuando el gobierno no tenga el dinero para resolver el problema que está ocurriendo en tu vecindad?

Todo esto forma parte de tu mundo futuro. La evidencia de que está llegando puede discernirse sin una gran educación. ¿Qué harás cuando no puedas moverte, si vives en las afueras de la ciudad o en la ladera de la montaña? ¿Qué harás si no puedes pagar la atención médica y no hay nadie que pueda pagarla por ti?

Estas son las preguntas que son problemáticas y desafiantes. El hombre y la mujer del Conocimiento consideran estas cosas porque forman parte de la vida y de los grandes cambios que están llegando al mundo.

No debes responder con pánico o miedo, porque eso te llevará a tomar malas decisiones y te dejará cada vez más vulnerable. No, la respuesta debe venir del Conocimiento. Los pasos son muchos. Si esperas hasta el último minuto, habrá pánico y caos y no se podrá hacer nada. Por tanto, comienza a prepararte. Te preparas antes de que llegue la tormenta.

Así es la vida. Vives en el momento y te preparas para el futuro. De niño te preparas para la edad adulta. Te preparas para la vida familiar si ese es tu destino. Te preparas para la vejez. No te limitas a esperar a que suceda. Te preparas para las eventualidades de la vida incluso en circunstancias normales. Eso es inteligencia. Pero incluso entre los que son capaces de hacer estos preparativos, ¿quién lo está haciendo suficientemente?

Los gobiernos no serán capaces de proporcionar bienestar ilimitado ni recompensar la falta de preparación y respuesta. Permite que tu salud se degrade y no habrá nada que pueda recuperarte. No habrá nadie que pueda rescatarte si no te preparas y respondes adecuadamente. Y entonces, tus pequeños dispositivos portátiles no te ayudarán. Y es posible que las maravillas de la tecnología no satisfagan las necesidades básicas y esenciales que tendréis tú y todas las personas a tu alrededor.

Te estás preparando para un mundo de mayor dificultad, donde todo será más difícil de asegurar y mantener, donde los recursos serán limitados y se requerirá el ingenio humano y la cooperación como nunca antes. Es como si vivieras en una sociedad en tiempos de guerra, tiempos en los que todos deben arrimar el hombro en tu nación y utilizar cada recurso de manera eficaz y eficiente. Pero ahora esta necesidad será continua y no simplemente de carácter temporal.

Dios te da la advertencia, te insta a prepararte y te muestra dónde reside la fuente de tu fuerza, tu valor y tu integridad. No estará en tus ideas. No estará en tus suposiciones. Ni siquiera estará en tu fe en Dios, porque fieles e infieles perecerán todos juntos si no se preparan para las Grandes Olas de cambio.

A menos que puedas recibir lo que Dios realmente te está brindando y ya te ha proporcionado, tu fe no te dará ninguna ventaja y puede cegarte aún más, robándote tus propias responsabilidades y ocultando tu propia fuerza y ​​valor.

Las personas quieren analgésicos, pero no eligen la verdadera salud, la verdadera vitalidad, el verdadero compromiso en el mundo, el verdadero compromiso con el Conocimiento en su interior. ¿Qué puedes hacer tú por ellas? ¿Qué puede hacer Dios por ellas?

Tu tarea es recibir la Revelación; superar tu miedo y ansiedad, los cuales te paralizan; comenzar a preparar tu vida interior y exterior; tomar los Pasos al Conocimiento; traer claridad y resolución a tus circunstancias; apartarte de aquellos que te están robando la inspiración.

Esto es lo que significa responder, ser capaz de responder. Esto es lo que Dios está enfatizando. Por eso debes apartarte de la amnesia de la sociedad como cultura. Debes estar dispuesto a emanciparte, porque la humanidad en conjunto se dirige a la calamidad. Aquellos que puedan responder harán toda la diferencia, no solo para sí mismos y su situación, sino para el mundo que los rodea.

Esa es la importancia de tu llamada. Por eso tienes una llamada. Por eso has venido al mundo.