Los Días Sagrados


Como le fue revelado a
Marshall Vian Summers
el 25 de diciembre de 2014
en Estambul, Turquía

Texto original: The Holy Days

Escucha el audio original aquí (en inglés): no disponible online

Más información sobre este texto


Lo que estás leyendo en este texto es la transcripción de la voz original de la Asamblea Angélica hablando a través del Mensajero Marshall Vian Summers.

Aquí, la comunicación original de Dios, que existe más allá de las palabras, es traducida al lenguaje y el entendimiento humanos por la Asamblea Angélica que supervisa el mundo. La Asamblea después entrega el Mensaje de Dios a través del Mensajero, tras lo cual es transcrito y puesto a tu disposición y a disposición de todos.

En este extraordinario proceso, la Voz de la Revelación está hablando de nuevo. La Palabra y el Sonido están en el mundo. Que puedas ser el receptor de este regalo de Revelación y puedas estar abierto a recibir su Mensaje único para ti y para tu vida.




Nota a los lectores:
Esta traducción fue provista a la
Society por estudiantes del Nuevo Mensaje que se han ofrecido voluntariamente a traducir el texto original en inglés. La publicamos en esta forma inicial para que todo el mundo tenga una oportunidad de interactuar con una porción del Nuevo Mensaje en un su propio idioma.

Hoy hablaremos de los Días Sagrados, en este Día Sagrado en el que la humanidad honra a uno de los grandes Mensajeros enviado a la Tierra desde la Asamblea Angélica. Aunque esta no es la fecha exacta en que nació, se conmemora en esta fecha.

Los Días Sagrados representan una remembranza de tu Fuente, tu origen y tu destino, y si se practican verdaderamente son también una remembranza del propósito mayor que te trajo al mundo, aunque aún no lo puedas definir.

Estás aquí con un propósito, lo que significa que tienes un destino estando en el mundo, un destino que está más allá de tus pensamientos, planes y objetivos, aguardando el momento en el que estarás listo para comenzar a prepararte.

Lo que hace que estos días sean sagrados es la remembranza, el tornar tu mente hacia el Cielo y hacia lo que el Cielo ha puesto en tu interior, el Conocimiento más profundo muy por debajo de la superficie de la mente.

Cualquier día en que esto pueda practicarse y considerarse es un Día Sagrado. Pues debes construir tu puente hacia Dios tal y como Dios ya ha construido su puente hacia ti. Y cada día que practiques verdadera, seria e intencionadamente, esforzándote e involucrándote, estarás construyendo este puente, esa parte del puente que tú debes construir.

No se trata solo de una cuestión de creencia, de asociación, de ritual o de visitar la mezquita, la iglesia o el templo. La actividad sagrada es construir la involucración, un lugar en tu mente donde esta pueda ocurrir —un espacio sagrado, un clareo en la jungla de los pensamientos y las influencias del mundo; un lugar sagrado, un lugar de involucración y remembranza, un lugar de oración, un lugar de entrega y sumisión.

Tú no sabes lo que realmente necesitas en la vida más allá de lograr los requerimientos básicos necesarios para vivir en un ambiente físico como este. Por tanto, debes rezar para que esto te pueda ser revelado.

Esto requiere una aproximación seria, una aproximación humilde. Pues Dios no está aquí para reforzar tu idea de ti mismo, sino para devolverte al propósito por el que has venido y a la fortaleza, la humildad y la compasión que necesitarás para poder aproximarte a este propósito con el tiempo. Y esto es lo que hace que este día sea sagrado, así como todos los días en los que practiques y entres en esta involucración.

Pues tu remembranza de Jesús, Mahoma o Buda o de los grandes profetas de antaño debe ser una remembranza de tu antigua relación con tu Fuente, pues eso es lo que sus vidas demostraron y continúan demostrando, resonando a través de todos los reflejos de los tiempos: las eras, las civilizaciones, la historia, la expansión de la conciencia humana, la ciencia, la educación…  todo.

Lo que impregna todos estos esfuerzos y actividades es la remembranza de tu Fuente. Y si esta remembranza es verdadera y auténtica y estás suficientemente libre de la opresión religiosa y las restricciones culturales, podrás ver con claridad que has sido enviado aquí con un propósito, y que no puedes definir ese propósito por ti mismo, pues debe serte revelado a través del tiempo. Para ello, te debes preparar.

Dios ha enviado ahora la gran preparación a todas las tribus y pueblos de la Tierra para que tomen los Pasos al Conocimiento —a la inteligencia más profunda que Dios ha colocado en el interior de cada persona y que espera a ser descubierta—, una preparación dada en un lenguaje muy simple y claro, pero con tal profundidad que no podrás agotarla; dada en un lenguaje muy simple y claro para que pueda ser traducida fácilmente, con un mínimo de distorsión y confusión; dada con repetición para que cada frase pueda entenderse de manera más clara, efectiva y pura.

Esto es lo que practicas en los Días Sagrados —los días de remembranza, de confesión, de sumisión, de reverencia por tu vida y por las vidas de otros—. Este es un día de compasión, un día en el que no juzgas ni condenas a otros ni tampoco a ti mismo, un día para practicar mucha tolerancia en este sentido, un día para suspender tus creencias, tus convicciones y tus actitudes, de modo que puedas escuchar, sentir y oír más allá de tus obsesiones habituales y las preocupaciones de tu mente.

Allí de donde has venido cada día es sagrado, pero no hay días que no sean sagrados, por tanto estos pensamientos nunca surgirán. Pero en esta vida, en este mundo, debe haber un esfuerzo y una remembranza. Debe haber una aproximación y medios para la preparación. No consiste simplemente en recitar las escrituras de manera mecánica o en realizar rituales en un ambiente religioso. Se trata de algo más puro que puede hacerse en cualquier parte, por cualquiera, bajo casi cualquier circunstancia.

Es tu petición honesta de conocer tu mayor propósito y, a través de esto, de reinvolucrarte con aquellos que te enviaron al mundo, aquellos que representan el origen de tu vida y el propósito por el que estás aquí, cosas que no puedes definir por ti mismo, cosas que incluso la religión misma no puede definir por completo, pues excede con mucho la conciencia y la comprensión humanas.

Ya sea que hayas sido formado en el pensamiento religioso o no, la involucración debe ser pura y debe estar libre de preocupaciones humanas, admoniciones humanas e ideas fijas en la mente para ser clara y efectiva.

Aquí renuncias a lo que piensas y crees —incluso a tus creencias religiosas— por un periodo de tiempo, para abrir tu mente a la revelación —a la revelación de tu verdadera naturaleza y tu verdadera relación con tu Fuente y con aquellos que te enviaron al mundo, los cuales velan por ti incluso en este momento.

Aquí podrías celebrar las fechas de nacimiento conmemoradas de todos los grandes Mensajeros, pues todos han venido de la Asamblea Angélica, como ves. Todos han sido enviados por Dios en un momento crítico en la evolución de la humanidad y en el crecimiento, la expansión y el cambio de la civilización humana —un Plan tan perfecto, tan grande, tan incluyente que ninguna mente en el mundo podría concebirlo.

Pues Dios habla no solo para este momento, sino también para el futuro. Y Dios ha hablado de nuevo ahora en un tiempo de mayores retos y penalidades, mientras la humanidad enfrenta un mundo con recursos en declive y una creciente población; un tiempo de turbulencia, un tiempo de perturbación e inestabilidad medioambiental, un tiempo como ningún otro tiempo que haya ocurrido en la historia y memoria de los seres humanos.

Dios ha hablado de nuevo, y nadie en el mundo puede decir que Dios no puede hablar de nuevo —ningún santo, ningún profeta, ningún Mensajero; ni siquiera la Asamblea Angélica puede decir lo que Dios hará a continuación—. Dios actúa cuando Dios quiere. Esto está más allá de la comprensión y el entendimiento humanos.

Para que estos días sean sagrados, debes entender lo que estamos diciendo aquí hoy, o tu conmemoración será superficial. Será solo para reforzar tus ideas y nociones sobre ti mismo y las ideas sobre el mundo a tu alrededor. Pero esas son solo tus ideas y las ideas de otros. La involucración sagrada todavía no ha sucedido.

Debes renunciar a tu entendimiento a cambio de un entendimiento mayor. Y en estos tiempos de práctica y conmemoración, esto es lo que debes hacer, como ves.

Aquí no entregas tu vida a Dios, pues Dios necesita tu inteligencia. Dios necesita tu experiencia en el mundo. Dios necesita tus habilidades aquí en la Tierra para llevar a cabo el Plan Mayor.

Debes ser el capitán de tu propio barco, pero solo Dios sabe a dónde va, cuál es la verdadera carga y el significado del viaje en sí mismo.

Aquí no puedes renunciar a tu mente por completo, pues tu mente debe tener un mayor consejero que la guíe, una mayor relación que la una, un mayor amor que la sane y un mayor propósito que la dé dirección.

Debes escuchar estas palabras que decimos, o la santidad será una idea solamente, un pensamiento, una creencia. Venerarás a personas, lugares y cosas en vez de a tu Fuente. Incluso el esplendor de las ceremonias religiosas te cautivará, pero esto aún no es la involucración sagrada de la que hablamos aquí ahora.

Los días sagrados que se conmemoran en memoria de los grandes Profetas y Mensajeros representan una oportunidad para que experimentes esto, así como un alivio de tu vida social, tu vida secular; representan una oportunidad para involucrarte en una relación más profunda con la Fuente de tu vida y con aquellos que te enviaron al mundo, los cuales velan por ti incluso en este momento.

Esto es misterioso y no puedes entenderlo. Debes aprender a participar en lo que no puedes entender, o tu mente permanecerá pequeña y gobernada por el mundo —por las fuerzas del mundo, por las persuasiones del mundo, por la angustia y la ira del mundo, por la opresión y la corrupción del mundo.

Esto es lo que Jesús tuvo que hacer. Esto es lo que Mahoma tuvo que hacer. Esto es lo que Buda tuvo que hacer. Todos ellos permitieron que su entendimiento fuera eclipsado, no por una mayor creencia sino por una mayor dirección, para ser guiados más allá de su entendimiento en servicio a un mundo que ni siquiera podían ver o entender, en servicio al futuro, que estaba mucho más allá de su experiencia de entonces en ese tiempo.

Podrás alabarlos, pero la involucración está frente a ti. No serás igual a ellos, pero debes aprender de su ejemplo. Debes practicar lo que ellos practicaron, quizá en un menor grado al principio, pero no obstante la involucración está ahí, esperándote.

Dios está contigo, pero tú estás mirando hacia otro lado, con la mente atrapada en el mundo: en tus planes, en tus miedos, en tus juicios, en tus memorias tormentosas, en tus desilusiones, en tus opresiones, en tu vida sobrecargada de trabajo, en tu vida sin un propósito mayor para guiarte.

Para ser un verdadero seguidor de uno de los grandes Mensajeros, debes prepararte para tu propia revelación personal, que es de lo que Nosotros hablamos aquí ahora. No será una cosa grandiosa, pero será la experiencia más importante de tu vida y te proveerá todo lo que buscas en el exterior sin poder encontrarlo.

La satisfacción, el significado, el aliento y la fortaleza deben de venir de esta involucración, de lo contrario serás un prisionero en el mundo y nada más. Sin importar lo grandes que sean tus creencias, incluso si eres el líder de una iglesia o una mezquita, incluso si eres un gran orador religioso, tan elocuente con las palabras, seguirás siendo aquí un prisionero, no liberado todavía, no verdaderamente guiado todavía, aún sin verdadera inspiración.

No creas que lo que estamos diciendo es inalcanzable, demasiado grande o demasiado abrumador y confuso para considerarlo. Pues tu corazón responderá si eres lo suficientemente libre para responder. Fuiste hecho para esto. No fuiste hecho para ser un esclavo en el mundo, un esclavo de la pobreza o de la riqueza, o un esclavo de las obligaciones familiares solamente.

Fuiste hecho para un propósito mayor. Aunque su expresión en el mundo será simple y humilde, es un propósito mayor debido a su Fuente y debido a aquello a lo que sirve, lo cual está más allá del entendimiento humano, porque no solo sirve a todos los que conoces a tu alrededor, sino al mundo entero como parte del Plan Mayor de Dios.

Esta es la bendición que te traemos hoy: una invitación, un aliento. La traemos con respeto, valorando tu vida al hacerlo. Te estamos dando ahora el camino despejado a través del laberinto y la jungla de la comprensión y la confusión humanas.

Estamos ofreciéndote un camino para salir de una situación sin esperanza y dirigirte hacia una vida mayor, mayor no solo en términos de circunstancias, sino también en términos de tu experiencia, de tu capacidad para apreciar cada pequeña cosa maravillosa, de tu capacidad para ser feliz en el momento, de tu capacidad para ver a la gente con compasión en lugar de condenarla, de tu capacidad para ver la vida como una oportunidad continua para conectarte con tu Fuente y prepararte para la misión y el propósito mayor por el que has venido y que representa el único significado real de tu presencia aquí.

Deja que estos días sagrados sean entonces una remembranza, una oportunidad para ver más allá de tu perspectiva actual, una oportunidad para abrirte a la Gracia sin peticiones, sin buscar dispensaciones, sin tratar de usar a Dios como una especie de sirviente personal, porque eso es arrogante y tonto y nunca tendrá un buen resultado.

Vienes a darte a ti mismo, a ofrecerte a ti mismo, y para esto Dios te ha dado una práctica, una forma de prepararte, porque necesitas prepararte. No puedes ir a ninguna parte sin esto. Y tu disposición para prepararte, día tras día y sin importar cuál sea tu experiencia diaria, es tu respuesta a Dios. Es la forma en que conmemoras tu relación con Dios: construyendo tu parte del puente hacia tu Fuente.

Este es el trabajo que debes hacer. Rezar y creer es solo una parte de la ecuación. Debes construir el puente, siguiendo el camino que Dios te ha dado, un mayor camino que se extiende ante ti ahora.